Como todos los fines de semana, Thomas Baker fue de compras al centro comercial de Sheboygan, Wisconsin, en su auto Concord 1978 color marrón. Al salir del autoservicio notó que su vehículo no se encontraba en lugar del estacionamiento en que lo había dejado. De inmediato pensó que se lo habían robado, pero antes de llamar a la policía decidió dar una vuelta por si de casualidad lo había dejado en otro sitio.
Después de algunos minutos de búsqueda lo localizó no muy lejos de donde lo había dejado. Aún con la duda de si le había fallado la memoria, decidió ir a su casa. Pero al momento de abordar el auto quedó desconcertado cuando su cuerpo, de más de 1.80 metros de altura, no se acomodaba de manera confortable entre el asiento y el volante. Y Cuando miró a su alrededor, se percató de que en el interior del automóvil había varios objetos no familiares. Confundido e inseguro, Baker llamó a la policía.
Mientras explicaba lo ocurrido a los agentes, una pareja de ancianos llegó a bordo de un Concord 1978 color marrón idéntico al extraviado. Cuando el conductor bajo del vehículo, explicó a los oficiales y a Baker que ellos también se habían quedado confundidos cuando se percataron de que dentro del coche encontraron objetos extraños, por lo que se dieron cuenta de que no era el suyo.
Una subsiguiente comprobación de las placas de la matricula demostró que Baker y el matrimonio de la tercera edad habían confundido sus autos. Pero eso no era lo más importante, sino que según la armadora American Motors, sólo existe una probabilidad entre miles de que dos autos tengan la misma llave de cerraduras.
Después de algunos minutos de búsqueda lo localizó no muy lejos de donde lo había dejado. Aún con la duda de si le había fallado la memoria, decidió ir a su casa. Pero al momento de abordar el auto quedó desconcertado cuando su cuerpo, de más de 1.80 metros de altura, no se acomodaba de manera confortable entre el asiento y el volante. Y Cuando miró a su alrededor, se percató de que en el interior del automóvil había varios objetos no familiares. Confundido e inseguro, Baker llamó a la policía.
Mientras explicaba lo ocurrido a los agentes, una pareja de ancianos llegó a bordo de un Concord 1978 color marrón idéntico al extraviado. Cuando el conductor bajo del vehículo, explicó a los oficiales y a Baker que ellos también se habían quedado confundidos cuando se percataron de que dentro del coche encontraron objetos extraños, por lo que se dieron cuenta de que no era el suyo.
Una subsiguiente comprobación de las placas de la matricula demostró que Baker y el matrimonio de la tercera edad habían confundido sus autos. Pero eso no era lo más importante, sino que según la armadora American Motors, sólo existe una probabilidad entre miles de que dos autos tengan la misma llave de cerraduras.
Pero si se considera que los autos eran del mismo modelo y color, así como el hecho de que los vehículos estuvieran estacionados en el mismo centro comercial y a idéntica hora, las posibilidades alcanzan una en un millón.
¡Y esta probabilidad le ocurrió al pobre Sr. Barrer!