Si tomamos las leyes en su sentido trascendente, los condenados a muerte garantizan (e incluso redimen con su sangre) el orden de la sociedad. Un artista reflexiona sobre los límites del derecho y la vida en una arriesgada obra postmortem.
El artista danés Martin Martensen-Larsen planea incidir en una frontera incómoda entre el arte y la política con su obra The Unifier,
que consistirá en pintar de dorado el cuerpo de Travis Runnels, un
asesino que espera la pena de muerte en una prisión de Texas, y que ha
accedido a donar su cuerpo al arte.
The Unifier, en caso de realizarse, sería
una parodia a la pose de la famosa estatua de Abraham Lincoln en
Washington, pues para Martensen aquellos condenados a la pena de muerte,
desde una óptica asumidamente perversa, son nada menos que los garantes
del cumplimiento de la justicia: son los ídolos de oro que adoramos
pues asume nuestros pecados por nosotros.
“Lincoln salvó a la Unión [durante la
Guerra Civil] y salvó el propósito autoimpuesto de Estados Unidos”,
afirma Martensen. “Por ello él representa al Redentor, al Unificador. La
persona ejecutada redime el pecado de sangre de la sociedad.” El
artista incluso basa su argumento en una cita de Immanuel Kant, que dice
que “la sociedad que no ejecute a un asesino es inmoral. Así que
mostraré que el condenado a muerte es de hecho una de las personas más
valiosas en la sociedad, contrario a cómo se le presenta en el debate
público.”
Actualmente dos tercios de los países
del mundo han abolido la pena de muerte, aunque la mayoría de las
ejecuciones ocurren en sólo cinco países: China, Irán, Corea del Norte,
Yemen y los Estados Unidos. En EU, el 82% de las ejecuciones tienen
lugar en el sur, y el 37% son realizadas en el estado de Texas
solamente. Esta obra artística también pretendería volver a poner el
dedo sobre un aspecto que, tal vez por demasiado cercano, los
estadunidenses han dejado de notar: el racismo. El 70% de los ejecutados
en Texas son afroamericanos o de ascendencia latina, y en la mayoría de
los casos, los condenados a la pena de muerte no pueden pagar su propio
abogado.
The Unifier será la tercera parte de una trilogía sobre el sistema penal de Martensen-Larsen. La primera se titula Curtainfall
y consistió en la venta de cinco tickets de primera fila para la
ejecución de Runnels (la cual aún no tiene fecha). Los $12 mil dólares
recabados en la venta de los tickets irá a parar a un refugio para
animales desamparados, a petición de Runnels. La segunda parte es Redeem X,
donde Martensen colocó las cenizas de otro preso ejecutado, Eugene
Chamberlain, en un reloj de arena. En las últimas palabras de este antes
de la ejecución, Chamberlain deseó poder morir “más de una vez” para
pagar por el asesinato que cometió, por lo que el dispositivo creado por
Martensen permite que las cenizas mantengan girando el reloj de arena,
simbolizando que las cenizas siguen un movimiento perpetuo.
Algunos afirman que, a pesar de que
Travis Runnels haya dado su autorización, Martensen no podrá cubrir su
cuerpo de oro aún después de muerto. Al igual que los defensores de la
pena capital, el mundo del arte espera ver si el chivo expiatorio podrá
ser adorado en Babilonia.