A la hora de comprar un auto usado, además de fijarte en el precio, su apariencia exterior, detalles interiores, y el aspecto y sonidos del motor, no hay prueba más eficaz que la de sentarte ante el volante y conducirlo. El vehículo en movimiento te dirá mucho sobre su estado, y la experiencia te ayudará a detectar posibles defectos.
Motor:Verifica que el arranque en frío sea firme, y luego que el movimiento y vibración estén dentro los parámetros normales, en todas las marchas así como detenido. Escucha con atención si hay sonidos extraños.
Frenos:Al pisar el pedal debes sentir que el frenado es firme, que no va perdiendo fuerza ni produce ruidos.
Dirección:Al soltar levemente el volante, el auto no debe irse hacia los costados; lo mismo que al frenar, debe mantenerse recto. Gira el volante hacia uno y otro lado (aún con el auto estacionado y el motor parado) y asegúrate de que no haya ruidos o vibraciones en la dirección.
Embrague y cambios: Las marchas deben entrar suaves, sin estridencias y sin que tengas que hacer fuerza.
Suspensión:Circula por empedrados, pequeños pozos y cunetas, a diferentes velocidades, para ver cómo responde la suspensión. El auto no debe dar rebotes ni golpes secos, ni producir sonidos raros.
Estructura general:Observa el automóvil desde atrás para ver que la estructura no esté torcida. Otra prueba posible es pasar por un charco o canaleta, circular con el volante recto y ver si las huellas en el pavimento muestran sólo dos líneas (como debería ser). Si ves cuatro líneas... es mejor que vayas a ver otro auto.
Si tienes la posibilidad, pídele a un mecánico de confianza o persona experimentada que te acompañe a revisar el auto.
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