Todo en él, hasta el nombre, es extraño: OKAPI.

Parece estar hecho de retazos de otros animales. Tiene un nombre tan extraño como el componente de alguna medicina. Sus orejas son dos pequeños cuernos saltones. Me refiero al OKAPI.

El OKAPI (nombre científico: Okapia johnstoni) es el pariente vivo más próximo a la jirafa. Esto es por su parecido y características similares.

El OKAPI es un rumiante que habita en las selvas del norte de la República Democrática del Congo, entre los ríos Uelle e Ituri, y en las selvas de Aruwimi. Por la forma de su cuerpo nos recuerda a una jirafa enana (mide 2 metros de longitud, 1.5 de altura y menos de 250 kilos de peso, mientras que la jirafa normal llega a medir unos 5 metros); es de patas y cuello muy cortos, aunque el manto del pelo es totalmente distinto, rojizo en todo el cuerpo salvo en patas y glúteos, donde es blanco con rayas negras, semejante a una cebra.

Al igual que las jirafas, tiene dos cuernos pequeños recubiertos de pelo en la cabeza, sin ninguna utilidad aparente, y tiene una larga lengua prensil de color negro que usa para introducirse las hojas de arbustos y árboles bajos en la boca. La longitud de esta lengua es tal, que puede limpiarse el interior de las orejas con su punta.


El OKAPI está muy emparentado con las jirafas , aunque su cuerpo se parezca en realidad más al de un caballo.

Los OKAPIS son animales predominantemente solitarios que a veces se unen en pequeños grupos de forma ocasional. Las hembras paren una única cría en agosto u octubre tras una gestación de casi 15 meses. Si es hembra, madurará a los dos años de edad, mientras que si es macho todavía le faltará algún tiempo para llegar a la edad adulta. Al parecer, las crías más jóvenes no son capaces de diferenciar a su madre de otras hembras y pueden ser adoptadas por otras OKAPIS con facilidad, en caso de perder a su progenitora (la cual la defiende a veces hasta la muerte, incluso si se enfrenta con su único depredador, el leopardo).



Llegan a vivir unos 30 años. Su sentido más desarrollado es el olfato, seguido del oído. Las crías tienen un amplio repertorio vocal con el que comunicarse con sus madres, pero los adultos tienden a ser mudos. Una de las pocas veces que emiten sonidos se da cuando los machos buscan pareja durante la época de apareamiento.