Fueron las galleticas ...


Linda Burnett, de 23 años, residente en San Diego, California, fue a un supermercado cercano a su casa a hacer las compras.

En el transcurso de la tarde, mucha gente la vio sentada en su coche, en el aparcadero del supermercado, con las ventanillas subidas y los ojos cerrados y ambas manos detrás de la cabeza.

Un cliente que había estado en el supermercado un rato, se preocupó y se acerco al coche. Se dió cuenta de que Linda había abierto los ojos y que presentaba un extraño aspecto en su rostro. Le preguntó si se encontraba bien, y Linda contestó que le habían pegado un tiro en la nuca y que llevaba una hora sujetando su propia masa encefálica.

El hombre, alarmado, llamó a un médico quien para poder entrar en el coche tuvo que romper la ventanilla, ya que el coche estaba cerrado y Linda se negaba a quitar las manos de su cabeza.

Cuando finalmente entraron, descubrieron que Linda tenía un pegajo de masa blanda de galleta en su cabeza. Lo que en realidad había sucedido era que un paquete de galletas había explotado por el calor, haciendo un ruido fuerte, y el pegote expulsado le había dado en la nuca. Cuando ella se tocó para ver que era, solo sintió algo blando, así que pensó que se trataba de su cerebro. En un principio se desmayó, pero se recuperó enseguida y trató de sujetar su cerebro durante mas de una hora, hasta que alguien vino en su ayuda.

Después de unos días, la pobre mujer no se podía estar sin temblar cuando veía alguna inocente galleta ...

JUAR!!!! JUAR!!!! JUAR!!!!!